PERDÓNATE
Perdonar es una de las acciones más sublimes del ser humano, es una sensación sanadora, que remueve asperezas y limpia las heridas.
Perdonar es una de las mejores herramientas gratuitas del hombre para poder amar sin medida y obtener recompensas de paz interior.
Es fácil perdonar e inclusive es fácil pedir perdón en determinadas circunstancias, pero “chocamos contra pared” cuando se nos pide una sencilla y al mismo tiempo profunda tarea: Perdonarnos a nosotros mismos.
Hace mucho tiempo conocí a una señora amante de la buena vida, con grandes lujos y cuentas bancarias por todo el mundo, pero con una actitud prepotente. Nada más le faltaba pedirme que le pusiera una alfombra roja para entrar a mi oficina.
Me platicaba de grandes problemas en sus relaciones interpersonales, “echándole la bolita” a todos los que “la hacían sufrir”. Realmente su cara era de angustia cuando me comentaba que no podía ni siquiera mantener a sus empleados por tan sólo un mes, porque no la aguantaban.
Le aquejaban grandes tormentos que le hacían gritar, alterarse, contestar a veces hasta de forma grosera. En fin, era un buffet de problemas, que en su mayoría, bajo su opinión, eran causados por los demás porque no entendían que “así era ella y no iba a cambiar”.
Mientras la platicaba avanzaba, como en cada sesión de Coaching, los sentimientos empezaban a moverse y cosas que antes parecían estar muy escondidas de pronto se hacen palpables.
De pronto, comenzó a llorar de una forma increíble. Realmente, me estaba dando cuenta que esas lágrimas no surgieron por la música o el incienso de la oficina, sino porque realmente se encontraba en contacto con su “Niño interior” y recordaba aquel problema de familiar que algún día la hiciera sentirse mal.
“David, es que yo ya no tengo nada. Yo ya perdoné a quien tenía que perdonar, ya eso quedó en el pasado” me lo decía con la voz entrecortada.
La pregunta no es a quién perdonaste, sino, ¿Te perdonaste tú? ¿A ti misma? ¿Realmente te has dado el permiso de haber sentido esa experiencia como un proceso de aprendizaje?
El silencio fue el mejor de los discursos en esos momentos y ahí fue cuando realmente inició un cambio interior fuerte y duradero.
A veces creemos que los demás son culpables de hacernos sentir mal o bien, ¡cómo sufren todos aquellos que tienen ese pensamiento! En nuestra forma de ver con “Vivir con VIDA”, estamos conscientes que el ser humano es independiente con una libertad exquisita de decidir ser feliz o no serlo, sentirse mal o bien.
Aunque tal vez, tú lector, me puedas decir “estás loco, es imposible”, créemelo que es más posible de lo que parece. Inclusive eso es lo que hace la diferencia de aquel empleado de la oficina que a pesar de la crisis, problemas económicos y un divorcio llega con una sonrisa de oreja a oreja e inclusive interiormente se siente en paz, contra aquel empleado que desde que llega es un buzón de quejas de cómo lo trata el mundo.
Tal vez éste último no ha llegado a descubrir que no cambian ni desaparecen los problemas, sino se transforma nuestra visión, nuestros pensamientos y nuestra estabilidad.
Pero sobre todo nuestra vida empieza a cambiar drásticamente cuando nos atrevemos a perdonar todo aquellas malas acciones, todo aquello que dejamos de hacer, todas aquellas palabras hirientes o actitudes negativas que nos hicieron cargar una roca pesada en nuestro cuello por mucho tiempo.
Perdonarnos no depende del otro, sino de nuestro interior. No depende del pasado, sino de el “Aquí y el ahora”, depende única y exclusivamente de nuestra decisión al darnos cuenta que somos débiles, de carne y hueso, con cualidades pero también con defectos, que podemos llegar a caer e inclusive hacer algo que en el fondo no queríamos. Créetela, “lo que pasó, pasó”. No podemos seguir dándole vueltas al círculo del “porqué a mi, porqué yo, porqué en ese momento, porqué así, porqué nadie hizo nada, porqué…”
Iniciemos el día de hoy con una actitud diferente y transformadora, regalándonos unos minutos para poder PERDONARNOS, haya sido lo que haya sido, es válido haber tenido un error pero es mucho más válido aceptarlo y sacar lo bueno de ello.
No olvides que eres un ser lleno de luz, de poder, de vida. Tómate de la mano de Dios y descubre que perdonar es una actitud de valientes y que perdonarte a ti mismo por lo que haya pasado, no sólo te hace crecer, sino te libera de culpas que tal vez llevaban más de 20 años.
Ve al fondo de tu corazón y recuerda que siempre es un buen día para empezar de nuevo, conquistando nuevos mundos con un pensamiento diferente y sobre todo, con la tranquilidad de haberte regalado la maravilla del perdón.
Por: David Montalvo
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