El poder de la palabra
El poder de la Palabra
(Por Claudio Valerio)
(Por Claudio Valerio)
Existe una leyenda que dice que en una ocasión, un sabio maestro se dirigía a su auditorio dando lecciones sobre el poder sagrado de la Palabra, y la influencia que ella ejerce en nuestra vida y la de los demás.
"Lo que usted dice no tiene ningún valor"- le gritó un señor que estaba en el auditorio.
El maestro le escuchó con mucha atención y tan pronto terminó la frase, le gritó con fuerza: "Cállate y siéntate, idiota".
Ante el asombro de la gente, el aludido se llenó de furia, soltó varios insultos y, cuando estaba fuera de sí, el maestro alzó la voz y le dijo:
"Perdone caballero, le he ofendido y le pido perdón; acepte mis sinceras excusas y sepa que respeto su opinión, aunque estemos en desacuerdo".
El señor se calmó y le dijo al maestro: "Le entiendo, y también pido disculpas y acepto que la diferencia de opiniones no debe servir para pelear, sino para mirar otras opciones".
El maestro le sonrió y le dijo: "Perdone usted que haya sido de esta manera, pero así hemos visto todos del modo más claro, el gran Poder de las palabras: Con unas pocas palabras te exalté, y con otras pocas le calmé"
Las palabras no se las lleva el viento, las palabras dejan huella.Tienen poder e influyen positiva o negativamente...
Las palabras curan o hieren a una persona.
Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el Silencio.
Debemos cuidar nuestros pensamientos, porque ellos se convierten en palabras; por lo cual, debemos cuidar las palabras porque ellas marcan nuestro destino.
Meditar para saber cuándo y cómo hay que comunicarse, y cuándo el silencio es el mejor regalo para uno mismo y para los que amamos es un deber primordial.
Un sabio sabe cuándo hablar y cuándo callar. Lejos estoy de eso aún. Y digo aún porque tengo fe en que algún día lo lograré… Quiero pensar que sí; y ya estoy hablando de más.
Debemos cuidarnos muy bien antes de hablar, y sobre todo cuando estemos enojados o resentidos. Hablemos sólo cuando estemos en paz. Las Palabras tienen poder y el viento nunca se las lleva.
Las palabras son como una bala que se dispara… Una vez salida del arma; ya no regresa; y puede herir, matar o asustar a alguien.
Si cuidamos que el arma no se dispare, la bala puede incluso salvarnos la Vida.
Sólo se trata de saber cuando apretar el gatillo de la vida.
"Lo que usted dice no tiene ningún valor"- le gritó un señor que estaba en el auditorio.
El maestro le escuchó con mucha atención y tan pronto terminó la frase, le gritó con fuerza: "Cállate y siéntate, idiota".
Ante el asombro de la gente, el aludido se llenó de furia, soltó varios insultos y, cuando estaba fuera de sí, el maestro alzó la voz y le dijo:
"Perdone caballero, le he ofendido y le pido perdón; acepte mis sinceras excusas y sepa que respeto su opinión, aunque estemos en desacuerdo".
El señor se calmó y le dijo al maestro: "Le entiendo, y también pido disculpas y acepto que la diferencia de opiniones no debe servir para pelear, sino para mirar otras opciones".
El maestro le sonrió y le dijo: "Perdone usted que haya sido de esta manera, pero así hemos visto todos del modo más claro, el gran Poder de las palabras: Con unas pocas palabras te exalté, y con otras pocas le calmé"
Las palabras no se las lleva el viento, las palabras dejan huella.Tienen poder e influyen positiva o negativamente...
Las palabras curan o hieren a una persona.
Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el Silencio.
Debemos cuidar nuestros pensamientos, porque ellos se convierten en palabras; por lo cual, debemos cuidar las palabras porque ellas marcan nuestro destino.
Meditar para saber cuándo y cómo hay que comunicarse, y cuándo el silencio es el mejor regalo para uno mismo y para los que amamos es un deber primordial.
Un sabio sabe cuándo hablar y cuándo callar. Lejos estoy de eso aún. Y digo aún porque tengo fe en que algún día lo lograré… Quiero pensar que sí; y ya estoy hablando de más.
Debemos cuidarnos muy bien antes de hablar, y sobre todo cuando estemos enojados o resentidos. Hablemos sólo cuando estemos en paz. Las Palabras tienen poder y el viento nunca se las lleva.
Las palabras son como una bala que se dispara… Una vez salida del arma; ya no regresa; y puede herir, matar o asustar a alguien.
Si cuidamos que el arma no se dispare, la bala puede incluso salvarnos la Vida.
Sólo se trata de saber cuando apretar el gatillo de la vida.
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