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MUY POCA GENTE HABLA DE CALIDAD HUMANA

MUY POCA GENTE HABLA DE CALIDAD HUMANA


MUY POCA GENTE HABLA DE CALIDAD HUMANA
Por Claudio Valerio

En  esta  época  todos  hablan  de  calidad  de  productos, de calidad de
procesos, calidad de servicios, calidad de sistemas, pero muy  poca  gente
habla de calidad humana, calidad de vida... y sin ella, todo lo demás es
apariencia, sin fundamento.

Hablar de calidad humana, es cuidar nuestros vínculos con los demás.
Necesitamos rehacer nuestros vínculos humanos.  De nada sirve trabajar de
sol a sol en un lugar donde no tenemos amigos y llegar cansados a un hogar
en el que nadie se interesa en saber cómo nos fue.

¿Para qué trabajar tanto, si nos sentimos solos?.  Es triste leer un libro y
no tener a alguien con quien comentarlo; es  doloroso sentirse preocupado y
no contar con una persona a quién abrirle el corazón.

De nada vale estar al frente de una cancha de tenis, de fútbol, o frente a
un  juego de salón; si no tenemos con quién jugar, con quien disfrutar ese
momento.  ¿Para qué tener lo que no se puede compartir?.  Ni las cosas, ni
el dinero poseen  valor  intrínseco. El valor de lo material está en su
aplicación, en el servicio a alguien más, o la convivencia con alguien más.
La belleza de  tener,  está en compartir.  La  magia de luchar por una
prosperidad económica, estriba ni más ni menos, en poder ver sonreír a
alguien a quien le damos el privilegio de disfrutar lo que ganamos.  Eso es
parte de la naturaleza humana: dar, convivir, amar, servir... ayudar...
En muchas ocasiones estamos  asustados, asustados de lo que tal vez no
podemos hacer; asustados de lo que pensaría la gente si tratamos. Permitimos
que nuestros miedos se interpongan en nuestros sueños.   Decimos no, cuando
queremos decir sí.  Murmuramos, cuando queremos gritar, después... después
gritamos, y a quien no teníamos que hacerlo: ¿Por qué?.

Después de todo, cruzamos por esta vida una sola vez; no hay tiempo para
tener  miedo.  Así  que  intenta...  intenta aquello que no has hecho,
arriésgate, participa en el maratón, escribe aquella carta, enfréntate como
ganador a las cosas cotidianas.

Baila, habla en contra de lo que no te gusta, visita pueblos que no
conozcas,  llámale y dile cuánto le amas, pero sin fingir. El tiempo no
regresa.  No tienes nada que perder, y todo... Todo que ganar!.

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