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BELLAS POR DENTRO Y POR FUERA

"BELLAS POR DENTRO Y POR FUERA"

“Alrededor de las personas devotas, nobles y bellas giran las funciones protectoras del universo”.
“El que no lleva belleza dentro del alma, no la encontrará en ninguna parte”.

Podríamos decir, entonces, que la belleza - realmente - radica en la profundidad del corazón de quien la contempla.

Tsunesaburu Makiguchi (1871-1944), educador y primer presidente de la Soka Gakkai, expone en su teoría del valor que los valores fundamentales de la vida humana son la bondad, la belleza y el beneficio.

Las cosas adquieren verdadero valor o beneficio cuando entran en contacto con nuestra vida cotidiana y con nuestra percepción sensorial,
es decir, cuando producen un impacto en nuestro ser.

Cabe decir, pues, que los valores se originan,
sólo en las relaciones del hombre con su medio.

Por, ello, una vida que manifieste los valores positivos
estará en armonía con el mundo exterior.

Desde este punto de vista,
la calidad de vida que genera una persona pasa a ser el punto primordial.

"La juventud es belleza en sí misma", suele manifestarse.

Sin embargo; la juventud no está determinada por la edad de una persona. Si hay algo que la define es la edad del corazón;
lo importante es esforzarse por valorar cada día
y vivir con espíritu renovado,
sin jamás dejarse abatir o menoscabar por la realidad.

Los que poseen esta fortaleza espiritual
son personas bellas de corazón.

Para nosotras, mujeres, la belleza es algo que siempre nos preocupa,
que siempre quisiéramos mantener
y cuyo problema no siempre sabemos resolver.

Nuestra primera reacción ante el dilema estético,
es tratar de mejorar nuestro aspecto exterior
mediante alguna suerte de tratamiento,
que puede ir desde los más light
-cosméticos, cremas, masajes-
hasta los más agresivos -como la cirugía plástica-.
Y, en ambos casos, la mejoría de nuestra apariencia es transitoria.

Pero ¿es al exterior donde tenemos que apuntar?
Al respecto, Daisaku Ikeda ha dicho:
"La verdadera belleza de una mujer, no es cuestión de apariencia;
proviene de cuán profundo es, interiormente, su corazón.

Esta belleza, en toda su gloria,
deriva de la convicción íntima que ella alberga".

La verdadera esencia del esplendor de una mujer
radica en su postura hacia la vida.

Por eso, es importante recordar que las mujeres
debemos ser maravillosas de cuerpo y de corazón.

La vida interior se refleja en el rostro, en la fisonomía;
para obtener un semblante resplandeciente y luminoso,
lo esencial es el propósito de pulir nuestra vida,
de hacerla avanzar y perfeccionarse.

Como conclusión, entonces,
la práctica de la fe es el mejor "cosmético" y el más saludable.

En esta época en que tanto se insiste en la belleza,
recordemos que lo más importante es el corazón,
pues desde allí surgen las cualidades
cuya contemplación produce deleite y admiración
en quienes nos rodean.

(extractado de la Revista Resplandor del Corazón, publicación de la SOKA GAKKAI INTERNACIONAL
DE LA ARGENTINA).

 

Saludos..... Claudio Valerio.

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