¡Coincidimos con Ud. señora Presidenta!
¡Coincidimos con Ud. señora Presidenta!
Me alegró mucho escuchar de su discurso pronunciado en oportunidad de la visita a Brasil, cuando dice que siente envidia del país hermano y de sus empresarios. La coincidencia radica en que nosotros, los empresarios, también sentimos la misma envidia, tanto de Brasil, como de sus empresarios y también del Gobierno brasileño.
Y esta feliz coincidencia hace que, si Ud. y nosotros nos lo proponemos, aunque no logremos hacer el mejor país del mundo, seguramente podremos estar entre los diez primeros, ambición altamente meritoria cuando hoy estamos más allá de los 70 en el ranking internacional.
También dijo Ud. que la integración es el único camino posible para remontar una serie de desencuentros y fantasmas. Sí coincidimos con esto, pues entonces: "argentinos a las cosas". Si el país socio nos provoca envidia, tratemos de analizar las acciones que nos generan tal actitud. Sin duda de que alguien desde aquí debe liderar tal proceso y ese alguien es Ud., nosotros nos comprometemos a acompañarla.
Brasil tiene una política industrial, política de estado que se mantiene a través del tiempo. El Gobierno de turno sólo aporta convicción, continuidad y decisión para consolidarla. No hay discursos demagógicos ni llenos de añoranzas o promesas, sino acciones concretas que alientan a invertir para crecer y proyectarse, para ocupar en el mundo un lugar de privilegio.
Brasil tiene un BANDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social), creado y potenciado con el "Fondo de Amparo al Trabajador". Un banco brasileño que le da a una empresa argentina que se instala en su territorio, 38 millones de dólares a una tasa de interés baja y a largo plazo, con la promesa de ocupar dentro de un plazo de dos años 1.000 empleados (El hecho ocurrió esta semana). Sería lo mismo que si en Argentina una empresa mediana, que promete ocupar 105 empleados, recibiera 4 millones de dólares. Buen ejemplo, verdad?
Brasil no aplica retenciones a las exportaciones, mientras que en Argentina no están exentas ni siquiera las actividades que tienen un alto valor agregado de mano de obra. Ni hablar de los productos que nuestra rica tierra genera.
Brasil actualizó en el último año los salarios en un 4% y los empresarios acordaron un 7,5%. Casi el doble!
Brasil es un país federal, no en la Constitución, sino en los hechos.
El Gobierno central respeta esa composición. Los estados (nuestras provincias) son soberanos, dictan su propia política, generan sus propios recursos y no dependen de ninguna "chequera nacional". Hoy nuestras provincias, que fueron despojadas de aplicar sus impuestos a cambio de una coparticipación que llega tarde y parcialmente, apelan al recurso de reimplantar impuestos distorsivos que luego termina pagando el consumidor y afecta la competitividad internacional.
Brasil ocupa en el mundo un lugar de privilegio, inspira credibilidad.
Cualquier país invierte en él, las empresas que deciden instalarse en Sud-América lo hacen en Brasil, donde gozan de condiciones de privilegio para desarrollar sus proyectos. Es más: los estados generan una fuerte competencia entre ellos para lograr la instalación de una fuente de trabajo. Argentina no goza de tal privilegio; nuestro prestamista de turno es Venezuela a la tasa del 15% anual y que como si esto fuera poco nos produce un descalabro en el mercado de nuestros bonos.
Brasil no recibe valijas con dinero que se incautan en aduana. Las inversiones y nuevas plantas son actividades comunes y sin estridencias crece la producción y el consumo. La inflación no se mide al estilo de nuestro INDEC.
Brasil no mete la actividad política en el Estado, sino que hace del crecimiento de la industrialización y de la producción una política de Estado. Recordemos que no hace muchos años algunos ganaderos vinieron tímidamente a Argentina y compraron algunas cabezas de ganado. Hoy exportan más carne que nosotros.
Brasil no corta rutas ni calles, no quema trenes a mansalva. Hay en general un máximo respeto entre Gobierno, pueblo, empresas e instituciones, públicas y privadas.
Brasil no pregona una mejor distribución del ingreso con anuncios voluntaristas. Lo logra sin estridencias y en la medida en que las condiciones generales de la economía lo permiten.
Brasil no tiene un parlamento aletargado que solo analiza proyectos del Poder Ejecutivo a los cuales "no se les puede quitar ni un punto ni una coma". Aunque reconozcamos que en esto hemos avanzado considerablemente a partir de la controvertida Resolución 125. Hoy estamos en el buen camino.
Brasil no estatiza empresas deficitarias que muy difícilmente darán rentabilidad ni tampoco brindarán un buen servicio.
Brasil no revuelve su pasado, ni reniega de él, administra su presente y planifica su futuro con inteligencia.
Brasil invierte, entre otros, en Argentina, Paraguay y Uruguay. En esto el BANDES es un brazo importante y destina recursos para la compra de empresas extranjeras.
Pretendemos una moneda común, pero esto exige una política económica en común, equilibrada, consensuada y complementaria. No olvidemos que Europa para llegar al euro tuvo que seguir este camino. Definitivamente nos tenemos que considerar socios y no competencias.
Es probable que existan otras asimetrías, aunque si superamos estas, será ya un buen punto de partida para desterrar envidias y consolidar con éxito el Mercado Común del Sur.
Osvaldo Acastello
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