"Despertar del sueño de la muerte"
En labios de quienes debieran tener mayor conocimiento oímos expresiones como las de "la implacable guadaña de la muerte", "tronchada en la flor de su edad", "desaparecido para siempre", "todo acabó para él", "pérdida irreparable" , etc., al hablar de una persona que acaba de marcharse de este mundo, como si diesen a entender que ha dejado de existir y ya no es nada.
Sobre todo en el mundo occidental predominan estas pesimistas y escépticas ideas, a pesar de que la religión cristiana allí prevaleciente describe las delicias del cielo en tan vigorosos y atractivos términos que todos sus fieles deberían desear el tránsito a tan feliz y dichosa vida. Si los cristianos creyeran sinceramente lo que su esotérica religión les enseña y promete, en vez de lamentarse amargamente y vestirse de luto cuando alguno de sus deudos y allegados muere, habrían de entonar cantos de júbilo y engalanarse floridamente por haber pasado el ser querido a la dichosa, feliz y bienaventurada vida celeste.
La generalidad de las gentes, no obstante la fe que profesan, temen la muerte, les espanta su imagen y les conturba su recuerdo con invencible terror. Sin embargo, quienes conocen la ilusión de la muerte no experimentan tan siniestras emociones; y aunque naturalmente sientan la temporánea separación del ser amado, saben que no lo han perdido para siempre, sino que tan sólo pasó a otra fase de vida y que nada de él se ha aniquilado.
Relata una secular fábula que al notar una oruga la languidez anunciadora del fin de su estado reptante y el principio de su largo sueño de crisálida, reunió a sus compañeras y les dijo:
Bien claro se echa de ver la ironía de esta fábula y nos sonreímos de que la oruga ignore la gloriosa vida que le espera cuando despierte del sueño de la muerte y se metamorfosee en policromada mariposa. Pero no hemos de sonreírnos, porque todos tenemos la misma ilusión que la oruga. Esta fábula simboliza en unas formas inferiores de vida, la ignorancia e ilusión de la humanidad. Porque la muerte para el hombre no es más que el estado de crisálida para la oruga.
0 comentarios